El de abajo es un escrito, con formato radio, sobre mi relación con Mi negro querido. Trato en forma lo mas amena posible una situación sobre un viaje realizado el año pasado. Necesito compartirlo.
I PERRO… ¿MI DUEÑO?
AUTOR: ENRIQUE DI BAGGIO
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OPERADOR: MÚSICA “ SOMOS MUCHOS MÁS QUE DOS”
RELATOR: Enrique se siente liberado ya que se reconoció en primera persona y no con el seudónimo Daniel. Es él, solo él, el varón domado por su perro, el fiel, dulce y consecuente DE NIRO. Anoche tuvo un sueño, casi una pesadilla, relacionado con su pensamiento sobre la pregunta que se hace sobre la necesidad o no de una terapia psicológica “antiperruna”
OPERADOR: MÚSICA.
ENRIQUE: (A SEÑA) Cuando me senté a tomar mate y empecé a recordar lo que había soñado se me confundía con la realidad… ¡Parecía que me había sucedido realmente! Tanto leer a Nietzsche, a Schopenhauer, a Freud….Estaba entrando en un edificio y sin mediar tiempo real me encuentro acostado en el diván de un consultorio… sin duda había ido a una sesión de terapia. ¿Quién era mi terapeuta? ¡El propio Freud en persona! Comencé a explicarle que estando de viaje con mi esposa al poner una canción de Soledad que habla de ser su propiedad privada me acordé de mi perro y de su “influencia sobre mí”. ¿Cómo puede recordarme a mi perro el cual ocupó mi tiempo con su enfermedad y sus reclamos de mimos y al que había dejado a cargo de mi hija hacia horas? La repuesta de Freud, con su pipa en la boca, fue lapidaria: Eso es sentirse culposo por haberlo dejado… ¡Cuidado me advirtió! Quien siente culpas siempre cree que tiene algo que pagar. ¿Le debo a mi perro? Pregunté, Giré la cabeza y en mi loco sueño quien estaba detrás de mí ahora era el ¡Mismísimo Nietzsche! Que sentenció: “Al enfermo hay que decirle la verdad”… Y sí, en mi inconsciente alguna deuda siento…y debe pagarla. Pum. Sentí un golpe en el pecho e imaginé a mi perrito querido esperándome en la puerta para que cumpla la sentencia…más mimos, más cuidados…más tiempos.
OPERADOR: JADEO PERRUNO
ENRIQUE: (A SEÑA) Con mi mirada hacia el techo dije: “¿Pero tanto tengo que pagar?” Y allí si mi sorpresa fue total: Aparece Schopenhauer, ya viejito, sentado y atrás de él Freud y Nietzsche asintiendo y me dá un consejo: “ El humano es lo que es, lleno de falencias y debilidades en cambio, ¿Se vio algo más sincero que un perro moviendo su cola cuando recibe a su amo”. Pum. Allí me desperté.
Todo parecía muy real. Dejé el mate. Fui a ver a mi perrito que descansaba al lado de mi señora en mi cama… Levantó la cabeza cuando me vio…en su mirada creí adivinar que me quería decir:” Tienen razón… ¡Mimame!”
