DERRITIENDO LA NIEVE.

 Como terapeuta asimilaba mil historias y ayudaba a sacar lo escondido en el inconsciente. Su propia historia estaba llena de crisis causadas por los gritos de su interior que hicieron terminar varias de sus relaciones. Viajó a ese congreso en Santiago de Chile y mientras el avión sobrevolaba la cordillera su vista se perdìa  en la  inmensidad de las montañas y picos.  Colegas, ex compañeros, estaban todos. Intelectuales, estudiosos...Conflictivos. Se sentía sola y volvía una y otra vez con su mente a esa cordillera que la conmovía.   La simpleza de él la impactó...Parecía salido de un cuento simple y hermoso. No era colega solo era el chofer que la trasladaba...No podía dejar de percibir ese cuerpo perfecto, esa mirada simple esos comentarios justos que mostraban una mente pura. Estaba impactada y esa noche luego de escuchar todas las tesis de Freud se masturbó pensando en él...¡Sí en ese chofer! Su clítoris vibraba mientras el calor la envolvía. Al día siguiente, el último de su estadía pareció que el causante de todas sus sensaciones intuìa lo que le pasaba. Estacionado con su auto en la cochera solitaria solo un cruce de miradas, y sin mediar  palabras,  en el preciso instante que le abría la puerta para que suba... La besó...¿Qué resorte inconsciente lo hizo recibirlo? No sabe, ni le interesa...En ese mismo asiento donde viajaba él paso su lengua por su sexo...Ese que ella había tocado  pensando en él...Nada importaba si los veían...Solo se retorcía de placer. Durante una semana más se quedó con ese  hombre que logró estallar sus sensibilidades internas,  entró y salió de su cuerpo, la acarició, le entregó pasión y ternura como solo pueden dar las cosas simples. No quería volver...No podía volver. El día que tuvo que hacerlo quedó la promesa de verse en pocos días en Argentina. Al pasar de nuevo por la cordillera le parecía que la nieve blanca se derretía al paso de ella...LLevaba fuego interno que le hacía quemar con su imaginación cada centímetro de esa inmensidad. 
Ya en su consultorio escuchaba a los pacientes y pensaba que hay sensaciones y cosas que suceden que si son gratas no hace falta buscarle el origen. ¡Solo hay que disfrutarlas! 

AUTOR
ENRIQUE DI BAGGIO