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miércoles, 3 de abril de 2013

CAPERUCITA EN BUENOS AIRES

AMIGOS: Me parece bueno publicar de nuevo este cuento escrito hace tres meses.

UN ABRAZO PARA TODOS.


Se llama Rosaura y es oriunda de un pueblito llamado Esperanza de la provincia de Corrientes o de Formosa, no me acuerdo bien. Tiene la simpleza de la cosas simples...Creció en el campo y estudió para ser maestra jardinera. Le encantaba en su trabajo en el jardín de Infantes "Cocoliche" Contar cuentos. Las amigas le habían bautizado con el seudónimo "Caperucita" Especialmente porque el rojo era el color preferido de su vestimenta y más cuando un día de lluvia llegó con esa capucha roja...El mote se instaló y allí quedó. 
Es muy apegada a su familia y en Buenos Aires tiene un tío que vive en Moreno y una tía que vive en Vicente Lopez. Decidió venir  a visitarlos y por primera vez estaría en la gran ciudad. Independiente como es se alojó en un hotel de Palermo ya que no quería molestar a nadie y a la vez buscaba libertad de movimientos. Compró regalos para su tía que guardó en una canastita. Le costó mucho caminar con tranquilidad en ese lugar donde mucha gente corre para consumir con descuentos...Para seguir consumiendo luego con más descuentos en una carrera sin final. Cree que entró a algunos negocios porque la empujaron...Cree que compró casi lo primero que vió con la idea de salir de allí lo más rápido posible. Acostumbrada a caminar quiso ir caminando a lo de su tía en Vicente López...Al pasar debajo de un balcón de un edificio muy paquete pero mal mantenido se desprendió un pedazo de mampostería del balcón que por poco no le pega a ella en la cabeza. Siguió caminando por Avda Libertador y una tormenta terrible se desató sobre la ciudad...Menos mal que ella precavida llevaba en un bolso su piloto rojo con capucha del mismo color...La avenida se empezó a llenar de agua que subía a la vereda, vio autos que flotaban como si fueran barcos...Alguien le indicó que haga unas cuadras y tome por la avenida Cabildo...Al llegar se aferró más que nunca a su canasta de regalos ya que la gente cruzaba la calle con sogas por la cantidad de agua.Recordó con nostalgia y casi con gusto la veces que al intendente del lugar le pidieron que asfalte la calle Rocamora que igual no se inundaba como Cabildo. Llegó como pudo a lo de su tía...Empapada y con los regalos hecho sopa...Pero llegó. Recuerda que su tía casi no la reconoció como Caperucita a su abuela que en realidad era el lobo disfrazado. 
Cuando decidió al otro día visitar a su tío fue caminando hasta la estación Once del Tren Sarmiento...Le habían indicado que la dejaría en la estación Moreno a pocas cuadras de donde ella iba. Le dijeron que tardaría 40 minutos el viaje pero hubo demoras, un accidente y un piquete vaya saber para qué y tardó cuatro horas...Tres horas más de lo que le lleva ir de su pueblo al trabajo al que  va,por supuesto, caminando. El tren llegando a Moreno iba repleto de gente y tuvo que salir por la ventanillas...¡Sí las ventanillas! ...Al bajar se dio cuenta que le habían robado algunos de los regalos de la canasta...Al llegar a la casa del Tío estaba desencajada y con la mitad de los regalos.
Al volver a sus pagos...Mientras todavía no se recuperaba de su viaje a la Gran Ciudad lo escuchó al intendente Macri en televisión enumerar las cosas que están "Haciendo Buenos Aires" y empezó a querer más al humilde intendente de su pueblo...Luego habló la Presidenta en Cadena...Allí casi rompe en llanto...Ella le habló de crecimiento, subsidios para que la gente no pague el transporte caro...Y pensó: Pero es muy caro salir por las ventanillas de un tren...Uno pierde cosas y se rompe toda la ropa. Y volvió a su trabajo...En clase, a sus pequeños le empezó a contar el cuento de Caperucita...Pero con cambios...Sin darse casi cuenta en la nueva versión Caperucita contaba que iba a visitar a su tía y a su tío pero el lobo no estaba...El nuevo peligro  se llama Buenos Aires, que te seduce para después intentar devorarte. Valoró más que nunca la tranquilidad de su pueblo, los servicios públicos humildes pero no corruptos...Y al intendente que en lo único que todavía no había cumplido era en asfaltar aquella calle. ¡Colorín colorado, este cuento ha terminado!

AUTOR
ENRIQUE DI BAGGIO 

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