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viernes, 9 de marzo de 2018

EN LA CAMPIÑA FRANCESA

ENRIQUE DI BAGGIO

Sin autor no hay obra.
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Su negocio estaba en plena zona turística del pueblo francés de Avignon. Ciudad medieval con aquél puente famoso de la conocida canción. Refugio de Papas sostenidos por la monarquía francesa poderes absolutos pre revolución francesa. Sus murallas todavía en pié ilustran las luchas de aquél entonces. Proveniente de Italia puso su lugar en la zona turística vendiendo las remeras pintadas que ella misma fabricaba. El arte era su vida. Ella misma con su belleza era una pequeña obra que parecía esculpida por algún artista genial. Compenetrada en su tarea trataba de alejarse del amor... Dolida, no podía recuperar la confianza de amar y sentirse amada. Cuándo él en aquél departamento donde se amaban situado en el centro de Florencia le dijo que había otra mujer en su vida...Juró no entregarse nunca más. 
Un día como todos, con el sol asomando de a ratos, no daba abasto para atender a los turistas de ese día. Estaba pensando en emplear a alguien que la ayude cuando del otro lado de la vidriera vio la imagen, más delgada y con una barba desprolija, de él...Culpable de haberse alejado del amor. 
Perdió su compostura por unos segundos...Le costó seguir atendiendo, seguía parado allí, mirándola. ¡La había ido a buscar!
Unos de los típicos bares de ciudad, mezcla de decoración medieval y elegancia parisina los recibió para la inevitable charla. Era un hombre arrepentido...Era un hombre desesperado. Ella lo conocía...Sabía que era real lo que sentía. Mil explicaciones de lo inexplicable, mil disculpas...Y esa misma mirada que enternecía. En esos minutos a ella le pasaban imágenes de cosas ya vividas. 
Cruzaron su cuerpos en el refugio donde vivía, una pequeña y confortable casa  de la campiña francesa. Allí donde el cielo parece más estrellado. Y esas estrellas fueron en cada caricia, en cada lengua inquieta, visitante húmeda de todos los rincones. Cabalgaba sobre él al que creía  haber alejado de sus vida. Los orgasmos tenían la fuerza del reencuentro. ¡Nadie la había amado como lo hace él! 
Se había equivocado y allí estaba. La había ido a buscar porque no podía vivir sin ella. Porque la ama. Así de simple. Así de contundente. Sintió que el amor todo lo puede...Hasta perdonar.