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miércoles, 30 de enero de 2019

SENTIR, AÙN IN TOCAR.

ENRIQUE DI BAGGIO


Sin autor no hay obra. 

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Cuando se encuentra un amor lejano las distancias duelen. La boca puede quedar seca por un beso que nunca sentirán tus labios. 
Así había escrito el poeta sobre un amor a distancia. 
Ellos se amaban pero él residía en Amsterdam donde trabajaba y estudiaba pintura en el museo Van Gogth. 
Ella estaba en Dublín estudiando en el Conservatory of Music & Drama. 
El arte los unía pero durante dos años deberían amarse a la distancia. Dos horas de vuelo de uno o de otro los acercaban para pasar algunas noches juntos. 
Eran horas donde sus cuerpos se llenaban de caricias. Donde los besos parecían eternos. Donde las lenguas paseaban traviesas entre humedades. Y esos orgasmos...Los que te llevan a las estrellas lejanas...Explotaban por amor dejando los cuerpos temblando. 
Así se desarrollaba la historia. Minutos de amor pleno y días enteros pensándose. Porque eso también es amor. Pensarse a la distancia. 
El amor es la alegría de los buenos. El asombro de los incrédulos. 
Ese escritor seguía escribiendo  y decía que tus manos se congelarán de deseo en la distancia. 
Pero ellos, sentían aún sin tocar. Ellos podían mirar a través del deseo. 
El amor cuando es auténtico cuesta. 
Estaban dispuestos a pagar el precio. Esos dos años pasarían y un día, un glorioso día, estarían juntos sin distancia. Y disfrutarían ese presente más que nada en el mundo. 

Mientras tanto, ese fin de semana él le llevo un lienzo con su obra reciente.
Ella llevó su violín y le puso música al encuentro. 
Y sí, no había duda, el arte los unía. No hay distancia que separe a dos que se aman y comparten su amor en el arte. 
Solo cuerpos separados. Mente y corazón pegados. 

Rijksmuseum. Visitar el Rijksmuseum