Somos efìmeros y nunca pasa lo que se espera...Paola nos cuenta.
Enrique Di Baggio
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Era poca vida para tanta coincidencia, para ese roce de labios que pasó como accidente y se volvió chispa que activó un incendio que me tornó en cenizas que a veces todavía soplan en dirección a ti.
No éramos, decías, porque nada había consolidado un nosotros sino dos chicos confundidos, ansiosos por comerse las ganas del tiempo que era tan poco. No había definición, pero tampoco estábamos para ser metidos en un diccionario, sino en una novela de esas que enoja al lector porque nunca pasa lo que espera.
No éramos, decías, porque nada había consolidado un nosotros sino dos chicos confundidos, ansiosos por comerse las ganas del tiempo que era tan poco. No había definición, pero tampoco estábamos para ser metidos en un diccionario, sino en una novela de esas que enoja al lector porque nunca pasa lo que espera.
No hay un felices para siempre en historias como la nuestra, pues somos efímeros e infelices cuando nos tocamos las palmas de las manos tan frías de pecado, de dolor.
—Paola E. Haiat
