Sin autor no hay obra.
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Su rostro era una invitación a los besos. A las caricias. Era una recomendación muda. Solo mirarlo hacía dejar de lado el resto de lo que lo rodeaba.
Parecía tallado, era de una belleza no provocativa...Sí misteriosa.
Su cuerpo hermoso tenía comienzo en ese rostro.
Él es maestro de música y admirador aficionado de toda bella pintura que existiera en la tierra no podía contener lo que le provocaba el rostro, casi una obra de arte, de esa alumna 20 años menor que él.
Su mirada era intensa con esos ojos rasgados que lo llevaban al cielo.
En su imaginación musical pensaba que esa cara inspiraba melodías.
¿Y ella? Sentía admiración por su profesor...Un día él le hablo de la hermosura de ese rostro y ella... Le dijo que se estaba enamorando. que era imposible concentrarse en el estudio.
Una intensa lluvia llena de relámpagos daba marco a los gemidos del sexo que llegó en medio de una clase inconclusa.
El mundo afuera parecía derrumbarse y adentro se llenaba de caricias...Nada podía detenerlos. Fueron meses de admiración mutua. Las cartas estaban echadas. Su relación había cambiado.
Todo empezó con la hermosura de su rostro.
Todo seguirá en ese amor que estaba naciendo libre de ataduras. Sin condiciones. Tan espontáneo como bello. Tan libre como ellos que se dejaron llevar por sentidos y sentimientos.
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