Enrique Di Baggio
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Me imagino diferente.
Apuesto a que estaría sentada en otro lugar y mis pensamientos serían distintos. Definitivamente vestiría diferente y nunca me habría enterado de eso que me dijiste que te contaron y que cambió mi vida en tres segundos. No tendría recuerdos de nada entre tú y yo, estaría sonriendo en otro lugar del planeta y mi rostro agradecería no estar cubierto de lágrimas.
Yo sería la versión de mí que tanto me gustaba por su seguridad, me recuerdo con melancolía porque me cambiaste de pies a cabeza. Y es que me hiciste tan feliz que no dejo de temblar pensando en lo que pudo ser. Y ya nada es aunque siempre quedó como la promesa de lo que sería.
Me imagino diferente, cariño. Me imagino siendo otra si tú no habrías marcado tanto.
Qué extraña sensación el ni siquiera poderme arrepentir de que me hayas sucedido después de que juré frente a ti que eras lo peor que me había ocurrido. No te preocupes, en mi interior no dejaba de pedirte que te quedaras, pero no estaba dispuesta a atentar contra tu decisión de no hacerlo.
Apuesto a que estaría sentada en otro lugar y mis pensamientos serían distintos. Definitivamente vestiría diferente y nunca me habría enterado de eso que me dijiste que te contaron y que cambió mi vida en tres segundos. No tendría recuerdos de nada entre tú y yo, estaría sonriendo en otro lugar del planeta y mi rostro agradecería no estar cubierto de lágrimas.
Yo sería la versión de mí que tanto me gustaba por su seguridad, me recuerdo con melancolía porque me cambiaste de pies a cabeza. Y es que me hiciste tan feliz que no dejo de temblar pensando en lo que pudo ser. Y ya nada es aunque siempre quedó como la promesa de lo que sería.
Me imagino diferente, cariño. Me imagino siendo otra si tú no habrías marcado tanto.
Qué extraña sensación el ni siquiera poderme arrepentir de que me hayas sucedido después de que juré frente a ti que eras lo peor que me había ocurrido. No te preocupes, en mi interior no dejaba de pedirte que te quedaras, pero no estaba dispuesta a atentar contra tu decisión de no hacerlo.
—Paola E. Haiat
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