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viernes, 15 de mayo de 2015

MÍRAME A LOS OJOS.

Ese día, ella se despidió llorando...Se había sentido herida por una charla equivocada. 
Él la ama y se sintió mal, muy mal por esa despedida inesperada con corazones sufriendo. 
Las lágrimas de ella le hicieron ver, dentro de esa situación ingrata. cuanto la amaba. Sufrió hasta que volvió a verla...La tristeza de esa mujer amada lo estaba destruyendo. Nada tenía sentido en esos dos días que tardaron en encontrarse. 
Frente a frente le pidió que lo mire a los ojos. La había ido a buscar para terminar el calvario que había provocado esa charla. En el balcón terraza de la casa de ella con la luna iluminando a pleno, con las carteles de la calle que encendían y se apagaban dando luces y sombras a los rostros. Le dijo: "¡Solo mírame a los ojos! le dijo. Ojalá puedas ver lo que mi cuerpo guarda...Lo que mi alma trasluce. ¡Todo lo hago por ti! Perdona si te herí..." 
Esta historia amigos es mejor contarla así, con las palabras de ese hombre enamorado. Con la entrega de esa mujer que también lo amaba. 
Pasaron la noche juntos y en cada beso, en cada caricia, él trataba de reparar la herida...Estar juntos, poder mirarse, poder abrazarse podía más que un millón de palabras. 
Los cuerpos danzaban en una danza genial, vaivenes de las pelvis que estallaban en orgasmos, lenguas entrelazadas...Cuerpos pegados uno al otro. 
Ya sobraban las palabras....Todo empezó a acomodarse cuando le dijo: ¡Mírame a los ojos! El universo se alineó a partir de ese momento. Se dejaron llevar por los sentidos dejando atrás la tristeza.  
Como dijo el escritor en aquella historia: El amor amigos, todo lo puede...A veces momentáneas tristezas impulsan aún más ese amor presente que toma fuerzas ante un mal momento  y se hace cada vez más fuerte. 

ENRIQUE DI BAGGIO. 

Sin autor no hay obra. 





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