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viernes, 25 de noviembre de 2016

BAJO EL SOL DE NÀPOLES

ENRIQUE DI BAGGIO
Sin autor no hay obra.
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Èl guiaba turistas y visitantes por las aguas del Golfo di Napoli. 
LLevaba gente de todas latitudes a la ciudad de Pozzuoli con visita a las increìbles ruinas de Pompeya. 
Varias veces por semana navegaba hacia la isla de Capri, allì donde el Tirreno es rey...Sus charlas a turistas eran amenas y llenas de historia. Por sus poros respiraba mar, incluso su padre habìa sido marino de la armada Italiana. Su trabajo hablando en varios idiomas le hacìa sentirse un vocero de la historia del Sur de Italia y de su "Grandìssimo Nàpoles". 
La noche lo encontraba cenando en "Genaro"  con su soledad a cuesta...Un amor frustrado todavìa le dolìa y por las noches alguna làgrima brotaba. 
Ella siempre estuvo...Cada noche adicionaba su cuenta y lo saludaba amablemente. 
Realmente era hermosa, con esa cara bien italiana angulosa y perfecta y esos ojos...¡Esos ojos azules! que le recordaban los colores de la Gruta Azurra allà en Capri. 
Pero su duelo no habìa terminado hasta que un dìa en un impulso sintiò la necesidad de saber màs de  ella..Nunca tuvo problemas en expresarse frente a una dama que le gustaba. La invitò a almorzar en una cantina Frente al Golfo. 
Cuando la fue a buscar era la primera vez que la veìa bajo el sol de Nàpoles...Su belleza brillaba...Estuvieron toda la tarde juntos y èl sentìa que su duelo se alejaba...Deseò todo el tiempo besarla. Deseò todo el tiempo sentirla. Ella y el Sol radiante juntos de la mano lo llevaron a sentirse vivo de nuevo. 
La Noche siguiente espero que salga de su trabajo y en la madrugada fueron a su casa...La atracciòn de ambos era muy fuerte y ella , que tambièn llegaba golpeada por amores frustrados, se soltò y se dejo llevar por ese hombre que veìa cada noche en "Genaro".
Como el Vesubio despertaron y lo que llevaban adentro estallò y lo convirtieron en lava ardiente llena de pasiòn. 
En esa cama que albergò durante dìas su tristeza cruzaron su cuerpos jòvenes, èl recorriò con su boca su piel...Ella de pechos con pezones erectos que invitaban a besarlos moviò su cuerpo en distintas posiciones con acabadas perfectas que la humedecìan una y otra vez. 
En la mañana caminaron tomados de la mano con el sol otra vez como testigo. La vida les habìa cambiado...Estaban otra vez frente a una oportunidad de encontrar un alma que los acompañe por la vida amàndose, bajo el sol Napolitano.


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