RECUERDOS QUE TORTURAN

Dejar el pasado, vivir el presente. Los recuerdos pueden ser 

bipolares. Paola lo explica.

Enrique Di Baggio

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Ha vuelto a hacer frío en esta ciudad bipolar. Me puse el suéter verde que dijiste que me iba bien [¿No recuerdas que tus brazos me iban aún mejor?], a veces me pregunto qué es lo que recuerdas. Tomé una taza con dos de café y dos de azúcar... sabe a ti; sigo preguntándome cómo demonios te puede gustar tomarlo así, sigo preguntándome qué hago tomando un café que no me pertenece en un cuerpo que te perteneció.
Puse esa playlist que hiciste para mí y las lágrimas llegaron, casi como si fuera una acción solidaria para compensar tu ausencia. Y el coro de aquella canción de Damien Rice me supo tan amargo como el maldito café que te gusta.
Es una clase de luto que hago, una clase de tortura autoimpuesta que de pronto, por puro masoquismo, sabe a gloria. El dolor sabe a ti. La felicidad también. Y todo es contradictorio desde que te fuiste y sé que fue lo mejor pero también que no. Y que te quiero pero también que no. Y que todo sí pero no. Tú sí pero no. Yo a veces sí, a veces no.
No vaciles mientras lees esto. O sí. Haz lo que quieras con estas letras.
Hoy estamos en dos ciudades diferentes, tomando nuestras vidas como mejor nos place. Tal vez pertenecemos a otros lugares en los que aún no estamos, o quién sabe, tal vez pertenecemos a esos lugares donde estuvimos. ©


—Paola E. Haiat