Sin autor no hay obra.
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Esta historia no tiene idas y vueltas. No hay peleas ni reproches. Nadie se fue, nadie volviò.
Solo hay que imaginar lo que sienten estos dos que viven en Catania, Sicilia, Italia a pasos del volcàn Etna que conmueve con sus explosiones y su larva que baja por la ladera como sangre que recorre las arterias para llegar al corazòn.
Se conocìan desde la infancia. Siempre se sintieron atraìdos uno del otro, pero vaya a saber porque, disimulaban lo que les pasaba.
Pero hubo algo que pasados los años los uniò...La mùsica que bailaban con su grupo de amigos en los pubs de la Plaza del Duomo.
Cuando bailaban el mundo quedaba afuera solo escuchaban la mùsica y sus corazones, pegados, latiendo, casi al mismo tiempo.
No pudieron evitar volcar en besos apasionados lo que en cada baile los unìa.
Cuando hacìan el amor los cuerpos tenìan la mùsica de la respiraciones, los jadeos, los gemidos... Que los hacìan estallar derramando larva como el Etna en orgasmos geniales.
Corazòn con corazòn dice la canciòn y asì era.
Se pegaban uno al otro en movimientos acompasados y llenos de pasiòn.
Cada noche que bailaban no dejaban de sentir lo mismo.
La plaza del Duomo fue testigo. El volcàn cada tanto parecìa saludarlos con explosiones.
En el Sur de Italia, en la ciudad de Catania, dos corazones siguieron juntos para siempre. Y no dejaràn de bailar nunca, hasta que la muerte los separe.
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