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martes, 4 de febrero de 2014

Melancolía caprichosa.

Cuento con las indicaciones establecidas que suponen complementar la alegría. Aún así, si una horda de hormigas decidiese caminar sobre mi cuerpo, seguramente no lo notaría. Si el cuervo que me observa desde las ramificaciones de mi mente se atreviera a devorar mi alma, no creo que ningún músculo de mí lo vaya a impedir. Si como palomas o mariposas volasen los extractos de mi ser y mi mirada se desvaneciese entre la niebla eterna de la soledad, la esencia que me convierte en humano desaparecería, trayendo a este espacio vacío en mi pecho un río de desesperanzas. Si las situaciones mencionadas llegasen a sucederse, no estoy segura si mi despedida pueda contar con más de tres almas. Quizás no pueda complementar la felicidad por el hecho de que no debería establecerse una norma para ella. O sí? La felicidad es una sensación caprichosa, tan efímera como la lluvia, tan eterna como los ojos de un lobo marino en algún zoológico que melancólicamente ejecuta su acto deseando estar en otro lugar.

MARIA SOL MARTIN- DEL BLOG eliptica-mente.blogspot.com

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