Corre...Huye de esa discusión sin sentido de un amor terminado. "¡No vuelvas nunca más!" Fueron las últimas palabras que escuchó de él,¡Y corre!.Sin rumbo, sin sentido...Se aleja de la villa de verano...Indignada.
Su mirada perdida,sus lágrimas y ese sollozo que partía el alma. Una fuerte tormenta se presenta de golpe...Viento y lluvia la hacían temblar y ,¡Corre!. Se detiene, casi sin mirar donde.
El alero del techo de tejas que sobresalía en esa casa que tenía pintados murales en su pared principal, la hizo resguardarse , Agitada, empapada, invadida de una mezcla de bronca y tristeza.
Alguien adentro escuchaba su llanto. Al asomarse la encontró sentada en el piso húmedo con la cabeza apoyada en sus brazos sostenidos por las rodillas.
Le tocó el hombro y la invito a pasar, a secarse. Mirada serena, manos seguras que la ayudaron a levantarse.Sin palabras, solo con gestos la invitó a entrar y la guiaba hacia el baño.
Ella confiaba, ese hombre parecía volverla al mundo de los buenos tratos. Con ropa prestada se sentó frente al hogar. Él solo habló para decirle su nombre con una taza de té caliente en la mano. Pudo ver esos ojos azules mirándola con ternura. Afuera el viento hacía estremecer la copa de los árboles.
Pasaron un rato largo sumergidos en sus pensamientos, sin hablar, solo cruzando alguna mirada. Él notó que las lágrimas todavía aparecían y ella con su mano las secaba. Cuando le preparaba la comida se acercó desde atrás y le dijo: "Gracias". Solo giró un poco su cabeza para moverla apenas contestando, sin sonido, de nada.
Durante esa cena hablaron de sus vidas.
Él, venido de la gran ciudad hace ya algunos años tenía la tranquilidad del lugar.Escritor y dibujante. Todos sus movimientos le daban paz. Y ella necesitaba eso.
Se quedó allí casi naturalmente, como si se conocieran de años. Como si se hubieran estado esperando. Durmió en un sofá del living y compartieron el día siguiente con ella todavía vestida con ropa de hombre.
La misma ropa que en el crepúsculo fue perdiendo lentamente en las manos de él. Sus besos la estremecieron. Sus pezones recibieron endurecidos la lengua que suavemente la visitaba recorriendo todo su cuerpo en un viaje de placer sin fin.Todas las estrellas giraban alrededor de esos cuerpos. Nadie la había besado así.Nadie recorrió su cuerpo de esa manera mezcla de sensualidad y pasión.
Los orgasmos hacían perder la conciencia por unos segundos, como si el mundo desapareciera. Desde el principio todo tuvo la naturalidad de lo simple y natural.
ENRIQUE DI BAGGIO
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