Sin autor no hay obra.
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Nació y se crió en Brooklyn que pertenece al condado de King (Reyes) de Nueva York fundado como colonia holandesa en el siglo 17, de allí su nombre que proviene de la palabra Breukelen (Países bajos). Poblado por pequeñas grupos étnicos de distintas nacionalidades. Allí creció él, rodeado de distintas culturas. La música y el piano lo acompañaron desde siempre, desde el mismo momento que su padre tocaba las teclas de aquel instrumento familiar que nunca lo abandonó.
Una noche de concierto compartido con una banda de Jazz le permitió conocer al amor de su vida. Mujer sensual, amante del violín, con belleza sin igual...Su mirada, su manos, su cuerpo y aquellos acordes compartidos enamoraron al pianista de Brooklyn, que era feliz.
La noche que hicieron el amor por primera vez acariciaba la piel de ella y se preguntaba si podía ser real tocar tanta belleza.
Había terminado un concierto entre aplausos se tomaron unas cervezas en el pub y terminaron la noche juntos...Los labios ya no tenían piedad de los cuerpos del otro...Respiraciones aceleradas, jadeos y gemidos...Los orgasmos llegaron con el último aliento. Y la historia continúo.
Ocho años compartidos hasta que un día ella cruzó el puente de Brooklyn en busca de libertad.
Dicen que cuatro noches a la semana él pasea su arte en ese lugar de Jazz pegado al Central Park en Manhattan...Pero ya no es el mismo...Un mujer le marcó la vida para bien y para mal...Ya no quiere volver a Brooklyn, allí donde su padre le hizo oír los primeros acordes.
En el mismo lugar donde conoció a ella, el amor de su vida.
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