El escritor ese día, como tantos otros días, se plantó frente a la hoja en blanco. Iba a escribir una historia de amor con algo de erotismo como siempre lo hacía. Con encuentros y desencuentros, mayormente con final feliz y con sexo sentido... Con los 5 sentidos.
Pero su mente, vaya saber de qué lugar del sótano de su cuerpo le trajo a la memoria las columnas del Templo de Poseidón, las 16 columnas que allá en la altura vigilan el verde, el hermoso verde del Mar Egeo. ¡Dios del Mar me trajiste el amor con toda las letras!, Se le ocurrió escribir y se puso a contar una historia que ya no sabe si fue vivida o soñada...Eso pasa con los escritores, pensó, a veces nos metemos tanto en lo que contamos que perdemos la noción de realidad. Solo nos transportamos.
Y allí bajo esas columnas sintió que con ella solo con ella valía la pena de compartir esa inmensidad.
Y sintió los besos que tanto tiempo esperó. Y amó como se debe amar. No hubo pérdidas, no hubo desencuentros. Simplemente estaba con ella, el amor soñado.
Y en las noches de Atenas hicieron el amor con la luna vigilante entrando con sus luces por la ventana. Y se besaron sin pausas y sintieron sus pieles...Y los cuerpos parecían fundirse en cada movimiento. Los orgasmos materializaban los Dioses, los hacían reales y hasta le pareció ver a Zeus, Dios del amor, bendiciéndolos.
Las luces de la Acrópolis la iluminaban como nunca. Asomado a la ventana miró el templo la observó a ella dormida y sintió que tenía el amor que buscaba y en el lugar que deseaba.
Cuando el escritor llegó a la última línea se sintió parte de esa historia y a la vez pensó que no introdujo conflictos...Temió que sea lineal. La respuesta de su interior fue que eso que contó era el amor ideal...Para qué cambiarlo si sonaba tan real. La intensidad de lo que se escribe es lo que marca el escrito y él estaba muy seguro de la fuerza de lo contado. Ficción o realidad...Acaso ¿Importa?
ENRIQUE DI BAGGIO
SIN AUTOR NO HAY OBRA.
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