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martes, 11 de noviembre de 2014

ALQUIMISTAS

Nuestras sangre son los subtes internos...Dentro de nosotros se produce la alquimia. El texto de Ma. Sol Martín nos lleva a las profundidades de nuestro ser. 
Sol fue alumna mía el año pasado, pero sus textos me enseñan, su talento es mi orgullo. 

ENRIQUE DI BAGGIO.
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Alquimistas que transmiten el clima interno desde el filo del acantilado que conduce al congelamiento irreal hasta el punto máximo que nos remite a los albores de las puertas del infierno. Movimientos como personas con escobas bajo la lengua del gigante hinchado cuyos ojos no evitan sus inevitables elipses. Las lluvias de sangre, el fuego cual ergo desde las puertas y hacia las puertas.  El peso se incrementa, el cráneo insostenible que las personas intentan manejar aunque manifieste incontrolables afanes de dejar un hueco en el suelo. La épica medieval y la busca de una identidad nacional. Perdón Lugones, quise saber de Sarmiento más ahora no. De nuevo los alquimistas me buscan y me encuentran, los alquimistas que no permiten el funcionamiento de los subtes internos que se deslizan en las venas del gigante, produciendo que su aroma no pueda cambiar. Algunas partes de mí missean esta ingrata sensación. Algunas pequeñas pero unidas partes de mí. Me tienen atada con sogas, inamovible mientras corro hacia mi enemigo, hacia mi objetivo, el objeto de mi deseo para matar. La luz como metáfora, la luz como realidad e irrealidad, las lámparas como ácido mortal, quemando mis pupilas, diluyendo mi piel, entrelazando los gigantes párpados y las cejas, mezclando sus componentes y los míos… El gigante atacando, el gigante destruyendo las sogas, desatando esa condena tortuosa que correspondía por ser un creep, un weirdo. Sin conocer su destino, como tampoco conocía el de las personas con escobas, ni lo que había detrás. Detrás existía una virgen llorando sangre, aferrándose a un dibujo que le de paz y le vende los ojos con una bolsa de pañales. Detrás se pueden divisar una hormiga y un saltamontes. ¿Qué sería de esas personas? ¿Quién iba a mantenerlas dentro de las retinas si no era él? En las calles se aprecia una imagen con un tinte casi surrealista, casi como si hubiese sido imaginada por algún otro gigante escapando de otras sogas similares, un espejo interior, un malestar que funde las identidades. Esas ataduras que a veces extraño, esas que a veces maldigo con cada célula de mi carne, con cada suspiro de mi ser, hasta el maldito momento en que vuelvo a solicitarlas, buscarlas y tratar de que el gigante no salga, que no salga y se quede. Que se quede intentando escapar, casi morbosamente de mí, abriendo mis músculos, mis venas como sogas, los subtes no paran de pasar, y eso no cambia nada, no cambia lo que está pasando con este titán que tiembla y vuelven a insinuarse los alquimistas con este movimiento, una suerte de Quijote,  al filo del congelamiento, al borde del infierno. Crónicas del exceso.

MARIA SOL MARTÍN

SIN AUTOR NO HAY OBRA.


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