Iban al mismo colegio y entre tizas y pizarrones, entre teoremas y gramática gestaron con ella un amor increíble. De aquellos que te marcan la vida, de aquellos que te hacen volver.
Mil cosas en el camino: La muerte de los padres de ella, las peleas juveniles de esos dos casi adolescentes, el reclamo de su familia que le pedía acepte aquella beca en Bologna.
Pero la tragedia que la había golpeado hizo que esa hermosa mujer buscara refugio en otros brazos. Brazos que antes la acariciaron y después se convirtieron en violentos.
Su especialidad en la robótica, radicado en la ciudad Italiana, no pudo detener sus ganas de volver. Enterarse de la situación de ella, y retornar a su ciudad fueron decisiones de un día.
Solo la fue a buscar y encontró a una mujer dolorida pero que seguía teniendo brillo en sus ojos cuando lo veía...Igual que en aquella aula del primer día. Mil cosas se dijeron , mil cosas sintieron. Ya no eran los mismos pero sentían igual.
No pudieron dejar de besarse en ese departamento que tantas veces los cobijó. Pareciera que tenían otra vez aquellos 17 años.
Sus cuerpos se amoldaban uno al otro, casi naturalmente y las caricias conocidas llenas del amor que nunca murió los estremecía...Entradas y salidas, lenguas que recorrían los cuerpos sin pausa...Y aquellos estallidos llenos de gemidos de placer.
Las aguas del Mediterráneo parecían más azules...Los ojos color caramelo de ella ya miraban el horizonte sabiendo que su puerto de partida y de retorno era él.
Niza, los tenía juntos de nuevo...Ya sin tiza ni pizarrón...Habían crecido pero nunca dejaron de sentir que nacieron para estar juntos.
Y lo que se siente, tarde o temprano, cerca o lejos... Logra retornos de ausencias que nunca se fueron..
ENRIQUE DI BAGGIO
Sin autor no hay obra.
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