Cuando se quiere la verdad ante las miradas perdidas. Paola nos cuenta...
Enrique Di Baggio
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Las cosas como son: lo que sea que llegaste a sentir se había esfumado. Y ya no pudiste encontrarlo nunca más.
Tal vez pensaste que quería palabras adornadas y te quiero vencidos, pero todo lo que estaba buscando era un poco de verdad.
Me habrías podido evitar tantos desvelos preguntándome qué había hecho mal ese día, por qué tu mirada estaba tan perdida, por qué ya no calentaba tu cuerpo al mío y, al contrario, de pronto lo congelaba. Éramos una nueva clase de fuego, ese que está en ciernes de ser apagado.
¿Por qué creías que engañándome se iba a sentir menos el verdadero engaño? ¿Por qué creías que al desprecio se le puede disfrazar de amor en un intento desesperado por no lastimarme?
Me habrías lastimado un día con la verdad, pero preferiste la destrucción más lenta, ésa que todos los días me recordaba que ya te iba perdiendo.
Tal vez pensaste que quería palabras adornadas y te quiero vencidos, pero todo lo que estaba buscando era un poco de verdad.
Me habrías podido evitar tantos desvelos preguntándome qué había hecho mal ese día, por qué tu mirada estaba tan perdida, por qué ya no calentaba tu cuerpo al mío y, al contrario, de pronto lo congelaba. Éramos una nueva clase de fuego, ese que está en ciernes de ser apagado.
¿Por qué creías que engañándome se iba a sentir menos el verdadero engaño? ¿Por qué creías que al desprecio se le puede disfrazar de amor en un intento desesperado por no lastimarme?
Me habrías lastimado un día con la verdad, pero preferiste la destrucción más lenta, ésa que todos los días me recordaba que ya te iba perdiendo.
—Paola E. Haiat
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