ÈRASE UNA VEZ UNA HISTORIA FELIZ...

ENRIQUE DI BAGGIO

Sin autor no hay obra.

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Sentada en el sillòn justo frente al ventanal de la cabaña miraba como llegaba el crepùsculo del atardecer momento donde el dìa pierde luminosidad por la puesta del sol. Es un intervalo entre el dìa y la noche...Es un momento que todo parece moverse lentamente. 

Para ella era un exacto tiempo de reflexiòn de ese amor que tenìa idas y vueltas y que sentìa le estaba llegando el eclipse.

Su mente recreaba esa mirada de èl que la perdìa y sin escalas la transportaba a esa falta de libertad para decidir que la llevaba a la desesperaciòn.

Asì eran esos pensamientos, no tenìan termino medio...De pronto aparecìan, tan sentidos y reales los besos y las caricias, de aquellas noches de cuerpos encendidos, lenguas danzantes con pieles entregadas y que terminaban la noche abrazados. 

Pero tambièn recordaba los sufrimientos de las huìdas sin sentido, de los enojos, de los momentos donde todo parecìa perdido. 

Ahora, en pleno crepùsculo del atardecer ùnica almohada donde se abrazan el dìa y la noche sentìa que tenìa que definir antes que explote la pòlvora de ese amor lleno de contradicciones. 

No hay duda que, como en los cuentos, èrase una vez una historia feliz y ahora se debate como los pensamientos en la oscuridad de la noche que el crepùsculo al irse dejarà o... En  los abrazos de esas otras noches donde el amor estaba muy presente...Tan presente como ahora en medio de la confusiòn.