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lunes, 11 de julio de 2011

Carnaval en el cosmos

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                         Carnaval en el cosmos

               Autor: Enrique di baggio

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Se llama Rafael, le dicen Rafa. Vive aún en el laberíntico barrio de Parque Chas, en la Ciudad de Buenos Aires. Alto, gordito, “bonachón”, querido por todos. Sus vecinos eran protectores que disimulaban con afecto su pequeña disminución mental. Había una época donde Rafa era más feliz que nunca: En Carnaval. Los carnavales de los años 60 y tantos. Las murgas del barrio lo tenían como integrante, colaborador, admirador. La placita del El Trébol  pasaba a ser una extensión de su casa. Con solo cruzar estaba allí. Los padres asomados al balcón lo llamaban a la cena repetidas veces, pero él estaba inmerso en contorsiones, saltos y golpes de platillos. Con los brazos levantados y agitando sus manos les indicaba el después. Los “murgueros” sentían que les faltaba inspiración cuando él no estaba.

Barrio de leyendas urbanas: Algunas como el colectivo que se perdió en las complicadas calles y nunca apareció. Se cuenta que sus pasajeros y el chofer nunca volvieron y son vistos tocando timbres, perdidos, en las casas. O la pareja que se tenía que encontrar en el cruce de  Londres y Gándara y nunca lo hizo ya que cada uno se paró en distintas esquinas porque ese mismo cruce de calles se repite a 6 cuadras por el trazado en diagonal de la calle Londres. Había dos épocas que congregaban a los vecinos en la placita: El mes de Junio por la fiesta de San Juan, donde se hacían enormes fogatas quemando ramas secas y las reuniones de Carnaval. Disfraces, murgas, saludos, pomos, nieve artificial, bandas de música. Todos  tenían algo para mostrar.

 Rafa tenía una fantasía que intuía un día se le haría realidad. Pasaba horas de noche en la terraza de su casa mirando el cielo esperando a sus amigos extraterrestres. Con la esperanza de ver, aunque sea por segundos, una nave del cosmos o un ser de otra galaxia. Los imaginaba vestidos de distintas maneras y tamaños. Creía que un día se cruzaría con uno de ellos. En el tiempo  de carnaval sus energías estaban puestas en esa fecha mágica. Su padre le había regalado binoculares, que solo dejaba  para ir con las comparsas. Algunas canciones de los muchachos eran “picantes” para la época: “La otra noche el director, soñó con la linda Gina (LOLOBRIGIDA, un símbolo sexy de esa época) y en el sueño le pasó lo que a usted no se imagina…” Al Rafa con su inocencia, le encantaban esas letras y las tarareaba varias veces en el día, con cierto  pudor de su familia. Se contorsionaba al compás de la letra y la música de los platillos. Pum pum….chim.chim chin pum, repetía Rafa mientras esperaba la noche, golpeando ollas con una cuchara y aturdiendo a su mamá, quien deseaba que oscureciera para que cruzara la calles y volviera a sus trajes carnavalescos volcando esa  energía en la placita.

Carnaval es alegría, es fantasía. Todos se igualan en esa fecha. El pobre y el rico. El malo y el bueno. Todos, sin excepción, abren su corazón. Los disfraces daban la nota para  que cada uno soñara con ser otro. Aunque sea por un momento. Una noche Rafa vio su sueño hecho realidad: Dos muchachos del barrio, uno muy alto, y el otro bajo pasaron con su disfraz de marciano delante de él mientras saltaba al compás de la música. Sus máscaras, sus antenas y  luces dentro de esa especie de escafandra,  los hacían aparentar ser marcianos por un instante. Rafa, emocionado, salió en cuanto terminó su baile disparado a su encuentro, pero ya se habían perdido en la noche. ¡Se le había cumplido su deseo! ¡Los vio!  ¿Vieron por donde se fueron los marcianos? Preguntaba.  Por allá, le indicaban algunos…doblaron la esquina de la placita, le decían otros. Pasado el festejo de carnaval, volvió a la vigilia en su terraza. Llevaba consigo la realidad de haberlos visto…y la esperanza de volver a verlos.  Hoy, Rafa, ya un adulto, utiliza un  telescopio y es, aún con sus limitaciones, un estudioso de la astronomía que  cree más que nunca en la existencia de esos seres que vio esa noche…la noche de carnaval donde la gente es más alegre y todos se igualan. Donde la fantasía se hace realidad. Rafa desde aquella vez renovó su ilusión. Tiene en mente un  deseo que nace en su corazón. Desde la misma terraza  envía señales con su pensamiento al universo: Quisiera festejar con sus amigos, un carnaval en el cosmos. Como los de antes pero con ellos, los reales… y los imaginarios.

Fin

Enrique Di Baggio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El REy Momo renació con tu cuento de carnaval. Grande Rafa, por recordarnos la magia de esa época

El buscador de Parque Chas dijo...

¡Gracias! Me gustaría saber tu nombre.