En la isla de Capri, apoyado en la baranda de la Piazzeta sentía la brisa del Mar Tirreno...A lo lejos observaba las luces de Sorrento y más arriba las de Anacapri. Un lugar único e irrepetible con una sensación de libertad que le hacía bien, muy bien.
Su corazón estaba ahí...Ya no iría con ella que lo hirió. Su corazón latía sin sobresaltos.
Atrás quedaron esas noches de amor llenas de pasión con orgasmos que tocaban las estrellas. Su cuerpo y su alma estaba en cada movimiento sensual y lleno de placer. Pero esa mujer de piel suave y fuego interior, le estaba haciendo mal. Estaba bien que se haya ido.
Como dice la canción, es mejor cuando te vas.
Cuando se sufre y el placer es solo una pequeña isla en un mar que la puede hundir con su fuerza destructiva, es mejor alejarse.
El corazón de él estaba en Capri...Libre. Lejos del dolor.
La noche estrellada lo acompañaba...La luna reflejaba en el mar.
Sintió que ese era su lugar...Sintió que allí estaba bien.
Pensó que estando ella lejos se llevaría consigo lo que tanto lo dañaba. Solo quedaban los buenos recuerdos de aquellas noches de amor y placer. Prefería solo quedarse con eso.
ENRIQUE DI BAGGIO
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