En las playas de Portofino, él tenía su local de venta de ropa del lugar y estaba acostumbrado a ver mujeres hermosas buscando el sol italiano..Pero ella, ella misma, lo impactó con esa mirada intrigante, que decía mucho sin hablar. Quería saber más, quería conocerla.
Nadie puede saber porque una persona te conmueve. No somos libres cuando elegimos. Los impulsos vienen de imágenes y recuerdos internos que nos llevan a dirigir nuestras miradas y elecciones.
Solo vislumbraba el misterio que ella transmitía.
Varios días después consiguió convencerla de cenar con él. En cada palabra y en cada gesto, lo atraía más.
En esa comida regada con vino Malbec ella le contó que venía de pasar un dolor muy grande por la muerte de su padre. El duelo estaba allí, pero él ya se sentía atrapado. Quedaron en seguir la historia.
Pero esa noche, él soñó que le hacía el amor lentamente, descubriendo los misterios de su cuerpo uno por uno.
Besos apasionados, cuerpos entrelazados y esa mujer entregada a caricias y besos con orgasmos geniales . El mar de Liguria besando las orillas de Portofino fue testigo. Era un sueño. Pero él sintió que había sido premonitorio de lo que iba a suceder.
Al día siguiente con un sol brillante ella paseó por su negocio y mirándolo con dulzura le esbozó su sonrisa, le hizo imaginar que se habían encontrado en ese sueño para pronto hacerlo realidad.
ENRIQUE DI BAGGIO
SIN AUTOR NO HAY OBRA.
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