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miércoles, 25 de mayo de 2016

DE OLORES, MUGRE Y PREJUZGADOS.

Este cuento es de mi amigo el doctor Nèstor Panseri. Ustedes lo conocen. La locura...¿Quièn es loco?
Ness nos cuenta...

Enrique Di Baggio
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De olores, mugre y prejuzgados

La casa era una clásica edificación de principios del siglo 20, sólida, la misma se presentaba con una puerta de doble hoja que a pesar de su herrumbre dejaba adivinar un color negro tiznado. En su panel superior dos vidrios rajados y sucios permitían ver una escalera de mármol típicamente empinada y decenas de facturas y propagandas sin recoger. La mujer verificó en su celular que fuese la dirección correcta luego apretó el timbre.
Habrían pasado un par de minutos sin respuesta, se retiró hacia atrás para observar el balcón y cuando dispuesta estaba a repetir el acto sus ojos se encontraron con un hombre de tamaño considerable y barba frondosa que le abría la puerta.
Se saludaron correctamente y el hombre le dijo –sígame; mientras subía la mujer percibió al mismo tiempo el olor rancio a encierro que la hizo sacudir su rostro en forma imperceptible y las paredes descascaradas que mezclaban musgo y un sin fin de húmedos colores que habrían otrora lucido dignos.
Una vez en la recepción el desorden y la mugre que desbordaba el todo provocó tal malestar que la mujer tuvo que hacer un esfuerzo indisimulable por evitar el vomito, de inmediato el hombre pregunto servicial _se siente bien, quiere un vaso de agua? La mujer negó con su cabeza dos veces entonces el hombre continuó _le voy mostrando la casa?
Para ese momento la mujer deseaba claramente huir de ese lugar al cual había llegado en su función de agente inmobiliario para tasarla, su mente no paraba de conjeturar que clase de ser era un hombre que ponía en venta una casa y la mostraba con semejante roña y desorden, la mujer respiro profundo y dijo _ puedo pasar al baño antes de continuar? El hombre la guió _ es por acá.
Una vez dentro del toilette la mujer terminó por sucumbir ante el asco en su máxima expresión, todos los artefactos herrumbrosos y llenos de pelos enredados en el desagote, ropas y trapos sucios por igual, la sensación de que algo estaba mal terminó de germinar en el alma de la mujer con lo cual salió del baño dispuesta a retirarse.
El hombre se acercó y dijo con una sonrisa que la mujer descifró como inquietante _ bueno el baño ya lo vio, le muestro las habitaciones ¿fue entonces que la mujer en un movimiento rápido inserto la navaja suiza en la zona hepática del infortunado, quien incrédulo, la miro con la vida casi escapada y escuchando un susurro lapidario.
Ness.

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