Irónicamente, la mejor edad de una mujer no tiene nada que ver nada con los años, con un buen físico, con una cabellera larga y abundante, con un cutis sin arrugas y unos dientes perfectos o con el número de relaciones sexuales que tenga. ¡No! Son elementos importantes, pero tiene más que ver con pequeñas actitudes, con el equilibrio emocional y personal que hace que disfruten más su vida.
La mejor edad de una mujer comienza cuando ella se conoce más que a nadie, sabe quién es y no permite que venga alguien a contarle un cuento chino. Cuando no se conforma con lo que es y va siempre más allá. Cuando aprende qué quiere, cómo lo quiere y qué es lo que ama y no tiene miedo de perseguirlo. Cuando deja de perder el tiempo en tonterías porque comprende que la eternidad también es un cuento.
La mejor edad de una mujer comienza cuando deja de importarle lo que piensen de ella porque ya no está dispuesta a aguantar las tonterías de los demás, ni de perder su tiempo con personas que no saben disfrutar de su compañía. Por lo que, con toda amabilidad, abre la puerta y las deja ir.
La mejor edad de una mujer comienza cuando ella se vuelve generosa, generosa en alabanzas. Porque ella sabe lo que significa no ser apreciada lo suficiente.
La mejor edad de una mujer comienza cuando deja de preocuparse por lo que ya pasó y por lo que pasará y comienza a disfrutar la vida a pesar de los problemas, porque la vida es corta y ya bastante tiempo perdió en cosas que no merecían la pena.