Enrique Di Baggio.
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Debiste quedarte, al menos hasta ver cómo sonreía por un motivo que no fueras tú.
Tal vez así no habrías salido tan airado de la situación, hablándoles a todos de cuando te supliqué que te quedaras: habrías visto las consecuencias de no haberlo hecho. Tal vez así no te habrías burlado de alguien que te amó tanto, ni habrías salido como un dios griego: cariño, tú no eres Zeus.
Y es que verme enamorada no te conmovió, sino que te elevó el ego. No quisiste quedarte porque decías que te amaba mucho, que no eras bueno para mí, que no estabas buscando nada serio y yo me estaba clavando en una vida que nada tenía que ver conmigo.
Yo no te habría entregado menos, cariño. Porque yo siempre seré más de lo que tú alguna vez estarás a punto de recibir.
Tal vez así no habrías salido tan airado de la situación, hablándoles a todos de cuando te supliqué que te quedaras: habrías visto las consecuencias de no haberlo hecho. Tal vez así no te habrías burlado de alguien que te amó tanto, ni habrías salido como un dios griego: cariño, tú no eres Zeus.
Y es que verme enamorada no te conmovió, sino que te elevó el ego. No quisiste quedarte porque decías que te amaba mucho, que no eras bueno para mí, que no estabas buscando nada serio y yo me estaba clavando en una vida que nada tenía que ver conmigo.
Yo no te habría entregado menos, cariño. Porque yo siempre seré más de lo que tú alguna vez estarás a punto de recibir.
—Paola E. Haiat
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