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viernes, 14 de diciembre de 2012

ABRAZADA A LA LIBERTAD

Manejando su auto por  la ruta rumbo a la libertad. No usaba el aire acondicionado . Bajaba los vidrios de las ventanillas para sentir el viento y el olor al campo. Rutina, un amor no correspondido, un trabajo asfixiante. De eso y de algunas cosas màs se escapaba. Rumbo desconocido, meta: La libertad de no saber. Un pequeño pueblo de vaya a saber donde.
El cartel le indicaba a la derecha 2 kilòmetros. Le gustò lo que viò. Gente caminado apaciblemente.Un par de buenos lugares para comer.Una costanera, un rìo ¡Y un hotel agradable donde pasar la noche! 
Y allì estaba èl. Dueño del lugar. Con una sonrisa que era un sol.  Ojos de mirada ingenua y pìcara, a la vez. No podìa dejar de mirarlo.Y la mirada es la continuaciòn de los deseos. 
Êl se dio cuenta...Conocìa lo que expresaban esos ojos de mujer, y esta mujer le encantaba. 
Un caño que goteaba fue la excusa, y èl entrò a su habitaciòn. ¿Quièn otro irìa a atender su reclamo?  Comenzò a llover,  las gotas golpeaban el techo de chapa del estacionamiento de abajo  y su ruido rebotaba  dentro de la habitaciòn haciendo un fondo musical. Con el estallido del primer trueno ella acercò sus piernas adonde estaba èl agachado revisando la pèrdida. 
Su mano comenzò a subir por debajo de la pollera de ella. Suave,sensual, sus dedos le rozaban delicadamente la piel de sus muslos hasta llegar al sexo. Solo, le dejò hacer...Metiò sus dedos donde deseaba y ella con su piè ya descalzo  acariciaba el miembro erecto.  Una y otra vez la hacía gozar.  Sin palabras. Mientras se estremecìa con esos dedos que entraban y salían  sentìa la libertad que ansiaba y excitada solo disfrutaba. 
Asì como si esa fuera la ùnica forma de sexo siguieron hasta acabar o terminar o estallar, como le llaman algunos. 
Y luego en la amplia cama  continuaron lo que empezaron. Amanecía. Algunos sonidos de la calle se escuchaban dentro de la tranquilidad del pueblo. Ya no llovìa, el techo del estacionamiento ya no era golpeado por el agua. Ella abrazada por èl que la envolvìa con sus brazos y sus manos apoyadas en sus pechos... Girò la cabeza y lo mirò dormido...Sintiò que aunque aferrada se sentìa libre.Y eso depuès de todo, era lo màs importante. No querìa despertarlo, no querìa que ese sueño se termine.¿Para qué? Si recién empezaba. 

AUTOR: 
ENRIQUE DI BAGGIO