EL ESPEJO DE LA SALA.

El espejo de la sala en la casa de su abuela...Enorme, con el estilo de aquella época de esplendor  había devuelto una y mil veces su imagen...Infantil, adolescente y adulta después. Indiscreto, imponente, Francisca se había parado mil veces frente a él...Para verse bien a veces, no tan bien otras tantas...Su infancia y adolescencia pasaron en esa casa. Única heredera ahora se haría cargo también del espejo. Al lado vive Marcos, el hijo de Don Antonio, dueño de muchas de su fantasías adolescentes que quedaron allí sin ser consumadas. Al verla por la ventana él  apretó el inconfundible timbre de campanillas para saludarla. Y ella se estremeció al verlo... Lo invitó a pasar y nuevamente sintió el cosquilleo que creía superado. Sentados en esa sala el espejo era testigo otra vez de ese encuentro tantas veces postergado...La mirada de ese hombre siempre la desarmaba... Él deseaba el cuerpo de ella que vio como fue formándose día a día mientras transcurría la adolescencia de ambos. Solos, frente a frente no pudieron controlarse...Cuando Marcos le tocó la mano se humedeció con rapidez...Besos apasionados contenidos por años...Sobre el amplio sofá donde muchas veces apoyaba sus muñecas, él penetró en su más profunda intimidad...Con ternura y pasión como ella lo imaginaba. Marcos movía su pelvis y ella sentía el universo...Sus bocas pasearon por el sexo de manera sensual y creativa...Acabó varias veces cabalgando sobre él ondulando su cuerpo con pasión. Y allí estaba en el lugar de siempre...El espejo de la sala...Testigo que reflejaba esos cuerpos en ardor. Exahustos, abrazados se miraron reflejados y sí...¡Hasta parecía que sus aristas color oro brillaban más! Al despedirse se pararon frente a él que les devolvió una imagen plena y feliz...Era la de ellos. Se sentían plenos por haber logrado que la magia contenida tantos años haya logrado ser realidad. Cuando quedó sola saboreando todavía el gusto a Marcos con su perfume impregnado en sus sentidos,  comenzó a limpiarlo para que brille y mantenga en su imaginario interior grabada esas escenas del ardor...Donde un deseo de tanto desearlo, se hizo realidad. 

AUTOR:
ENRIQUE DI BAGGIO.