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AMIGOS: Ayer en la radio tuvimos un programa engalanado por la presencia del Dr.NÉSTOR PANSERI CABELLO , que nos regaló algunos de sus geniales cuentos. Gracias a él y Gracias a ustedes por ser tan participativos con más de 30 comentarios. Les publico abajo uno de los cuentos leídos por NÉSTOR.
AMIGOS: Ayer en la radio tuvimos un programa engalanado por la presencia del Dr.NÉSTOR PANSERI CABELLO , que nos regaló algunos de sus geniales cuentos. Gracias a él y Gracias a ustedes por ser tan participativos con más de 30 comentarios. Les publico abajo uno de los cuentos leídos por NÉSTOR.
ESTA NOCHE LOS ESPERO PARA UNA CONTINUACIÓN DEL PROGRAMA DE AYER . A LAS 19 Y 30 HS ENCENDEMOS LA RADIO- "CHARLEMOS Y TE CUENTO UN CUENTO" CON LA REPRODUCCIÓN DE OTRA ENTREVISTA AL LICENCIADO CONRADO DOSVERSIONES.
UN ABRAZO PARA TODOS.
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LA JOVEN DEL CASTILLO GRWYCH
Convencido que el castillo Gwrych era el lugar ideal para establecerme, esa madrugada, antes que el rezagado sol otoñal despertase, partí desde Arnos Vale, Bristol, rumbo al norte de Gales.
Luego de atravesar unas 180 millas, arribé a las sombrías inmediaciones del lugar. A medida que me fui acercando al castillo pude observar que el sitio lucía tenebroso. Las lluvias intermitentes pero constantes de octubre habían convertido el terreno lindante en un lodazal, y por cierto, la corroída edificación con sus herrumbrosos herrajes testificaban el añoso abandono. En fin, un panorama este, que junto a la fila de raleados abetos que custodian el camino, imprimirían a cualquier espíritu sensible una inquietud cuanto menos escalofriante, sin embargo no a mí.
Confieso que me sentí, mientras dejaba detrás el fangoso terreno, literalmente prendado por un sentimiento de felicidad.
Luego, una vez dentro del inmenso castillo, pude comprobar con infinito placer que ni siquiera la atrevida luna, que pugnaba con los nubarrones por un resquicio de claridad, podría mellar la oscuridad sublime; yo, Frederick Hervey, conde de Bristol había llegado a Gwrych en búsqueda del fantasma de la joven criada de Lloyd Hesketh, y, a diferencia del resto de los moradores que habían huido aterrados por la presencia de su espíritu inquieto, con mi ilusión a cuestas, agotaría mi alma hasta avistarla.
Recorrí ese espacio infinito, que era el castillo Gwrych, con una velocidad notable, mas ningún contacto surgió en mi recorrido. Decepcionado, y hurgando con rigor mi sin sentido, me apoltroné en la sala principal infiriendo que la criada era solo un mito. Ya estaba dispuesto a claudicar mi ilusión cuando, mientras angustiado me preguntaba por el futuro de mi ser, la cortina que cubre el ventanal que da hacia el risco, fue corrida. De inmediato una bella joven dejó ver su pálido rostro, y esbozando una tímida sonrisa, se acercó etérea hacia donde estaba yo. No pude más que observarla embelesado y perplejo; claro está que soy consciente que la presencia de ese tísico cuerpo flotando en el aire hubo aterrado a cualquier mortal, por ende, comprendí en lo más profundo de mi corazón la huida de Lloyd Hesket y familia, mas cuando la joven me miro con sus ojos vacios de vida comprendí que había elegido bien, el castillo Gwrych sería mi morada final por siempre jamás…
Luego de atravesar unas 180 millas, arribé a las sombrías inmediaciones del lugar. A medida que me fui acercando al castillo pude observar que el sitio lucía tenebroso. Las lluvias intermitentes pero constantes de octubre habían convertido el terreno lindante en un lodazal, y por cierto, la corroída edificación con sus herrumbrosos herrajes testificaban el añoso abandono. En fin, un panorama este, que junto a la fila de raleados abetos que custodian el camino, imprimirían a cualquier espíritu sensible una inquietud cuanto menos escalofriante, sin embargo no a mí.
Confieso que me sentí, mientras dejaba detrás el fangoso terreno, literalmente prendado por un sentimiento de felicidad.
Luego, una vez dentro del inmenso castillo, pude comprobar con infinito placer que ni siquiera la atrevida luna, que pugnaba con los nubarrones por un resquicio de claridad, podría mellar la oscuridad sublime; yo, Frederick Hervey, conde de Bristol había llegado a Gwrych en búsqueda del fantasma de la joven criada de Lloyd Hesketh, y, a diferencia del resto de los moradores que habían huido aterrados por la presencia de su espíritu inquieto, con mi ilusión a cuestas, agotaría mi alma hasta avistarla.
Recorrí ese espacio infinito, que era el castillo Gwrych, con una velocidad notable, mas ningún contacto surgió en mi recorrido. Decepcionado, y hurgando con rigor mi sin sentido, me apoltroné en la sala principal infiriendo que la criada era solo un mito. Ya estaba dispuesto a claudicar mi ilusión cuando, mientras angustiado me preguntaba por el futuro de mi ser, la cortina que cubre el ventanal que da hacia el risco, fue corrida. De inmediato una bella joven dejó ver su pálido rostro, y esbozando una tímida sonrisa, se acercó etérea hacia donde estaba yo. No pude más que observarla embelesado y perplejo; claro está que soy consciente que la presencia de ese tísico cuerpo flotando en el aire hubo aterrado a cualquier mortal, por ende, comprendí en lo más profundo de mi corazón la huida de Lloyd Hesket y familia, mas cuando la joven me miro con sus ojos vacios de vida comprendí que había elegido bien, el castillo Gwrych sería mi morada final por siempre jamás…
AUTOR
NÉSTOR PANSERI CABELLO
SIN AUTOR NO HAY OBRA.
2 comentarios:
Estamos encendiendo la radio
Te espero
¡Muy buena la música! Elba
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