¿En qué momento decidimos que los recuerdos queden atrás definitivamente? ¿En qué momento pasan a ser un tango viejo? María Sol, alumna mía, mi orgullo, el año pasado nos deja este escrito para pensar.
Enrique Di Baggio.
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Una sugerente cantidad de sucesos me conducen a diferir en la
conclusión gracias a la cual hoy mi corazón no es capaz de voltearse a echar
una mirada atrás. Hoy mi corazón prefiere mantener su visión al frente y a los
costados, ya no atrás. Por más que en el pavimento de mi pasado se encuentren
tus ojos raros, ya no disfruto reir con ellos, porque mi aliento ya no se
entiende con tus palabras. Vos cantaste una canción sólo para poder jactarte de
haberla cantado. Yo canto por el placer de cantar, y luego de ese placer se
deriva el hecho. La accion mas espontanea se desprende solo del causante mayor,
que toma la forma del sentimiento más profundo. El responsable de las manos que
se ocupan de cubrir los ojos de los autores de cada movimiento inpensado. Si
algo puedo llegar a asegurar, contemplando años de experiencias propias y
anécdotas ajenas, es que la confianza es tirarse a un barril de agua casi
helada desde doscientos metros de altura, pretendiendo que una voz traeria una
salvación más grande. Aunque no la hayamos pedido, con los ojos vendados. Es
encontrar un cuerpo cuya carne se ubique a kilómetros y su alma duerma junto a
la propia. Es el conocimiento del valor de cada letra pronunciada. Si algo
puedo asegurar, es que creí haber tenido la sensación de saberme valiente y
depositar mi vida en algún par de manos. Puedo afirmar que hoy no cuento con
ese hilo que nos ataba y desconozco el significado de muchos simbolos.. ya no
logro entender como un órgano supo realizar cisuras entre el inmenso halo de
compañerismo que imaginé teníamos. Tu filosofía se modificó, hoy tu boca solo
expulsa "verdades" sugeridas. Expulsa momentos que no vivieron y
quisiste renacer. Movilizaste toda la estructura para saberte más grande y sólo
vomitas serpientes que te implantan los demonios que adoras. Veo llegar la
mioclonía del adormecimiento despierta. Me hiela el alma. Me congela y mis
partes caen en pequeñas divisiones de fragmentos escarchados martillando el
suelo, dejando huecos desde el tercer al primer piso. Golpeando el fondo del
mar con la intension de que tal vez, en algún momento, guiados por las
corrientes marinas mis fragmentos se encuentren nuevamente entre sí, y vuelvan
a desenterrarse. Mi lamento se resume sólo en melancolicos cristales de sal.
Invisibles y estratégicamente forzados a conducirse bajo mi piel. Tu recuerdo
es un tango viejo. Un violín estruendoso y un bajo marcando el compas del adiós
MARIA SOL MARTIN
SIN AUTOR NO HAY OBRA
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