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viernes, 15 de agosto de 2014

YA NO SOY UN NIÑO

Esa pequeña ciudad en medio de la montaña era un oasis para esta vida alocada. Su tranquilidad y la belleza que lo rodeaba hacían de ese lugar un paraíso. 
Casi al final de la última calle asfaltada que parecía adentrarse en la montaña ella tenía su taller donde enseñaba a interpretar la música. Pianista genial y docente de alma. 
Las melodías de sus alumnos, algunos de ciudades cercanas, que buscaban su talento, y las de ellas mismas que parecían acariciar las teclas llegaban a la casa de él casi pegada a la de ella. 
Cada melodía las geniales y de las otras de principiantes no hacían más que rondar sus pensamientos ya que se apasionaban con solo verla. Su cuerpo perfecto, sus ojos rasgados y esa piel que parecía brillar con el sol eran imágenes de todos los días. Estaban tan presentes que a veces se mezclaban con las imaginadas. 
Ella lo sabía y sentía lo mismo..Paseaba como jugando cada vez que lo veía. A veces uno juega y se hace niño para no enfrentar la realidad de lo que le pasa. Yo te doy pero no, parecía decir. Iba y volvía como una niña andante.
Golpeado por los amores pasados por mucho tiempo no decidía cambiar esa amistad proponiendo algo más.Pero sintió que ella jugaba...Y un día le pidió que no juegue más.
Le llevó esa torta que tanto le gustaba para compartir. El dulce de leche era absorbido por la lengua de ella contenta como una niña y su helado. Lo miraba con esa mirada felina o ingenua según se lo proponga. Y no más juegos, se dijo. La tomo de las manos y le pidió no jugar más.
Un rayo explotó en lo alto de la montaña, una fuerte lluvia golpeaba el techo de tejas mientras los cuerpos empezaban a temblar.
Era el amor contenido que se hizo presente.
¡Y explotaron de placer! Se acariciaron cada centímetro de piel, cruzaron sus lenguas y los pechos de miel de ella eran besados y recorridos estremeciendo sus entrañas de las cuales brotaron orgasmos que los llevaron al cielo mismo. 
¡Ya no soy un niño y tú dime lo que sientes!
Con su piernas entrelazadas ella lo miro a los ojos, le acaricio la mejilla y decidió recibirse de adulta..."Yo te amo" soltó al universo.
Podemos jurar que en ese momento una estrella encendió y apagó su luz haciendo un guiño de aprobación. 

ENRIQUE DI BAGGIO

SIN AUTOR NO HAY OBRA.