NO TE CARGUES EL MUNDO EN TUS HOMBROS.

Ella tenía la música incorporada a su piel, a su mente , a su corazón. Era su refugio y pasión. Pero a su alrededor, la vida la sacudía con golpes que la hacían trastabillar.
Él era testigo privilegiado de sus andares por la vida. Componían juntos, mezclaban sus sentidos, compartían notas y corcheas. 
Muchas veces cruzaron miradas llenas de sonidos...Algún roce de manos, algún abrazo de alegría.
Pero las tristezas que la rodeaban no le permitían soltar lo que sentía. 
Él la esperaba...Imaginariamente abría sus brazos para recibirla. Muchas veces la vio angustiada y le trataba de hacer entender que no debía cargar el mundo sobre sus hombros.
Un día terminaban de componer la música de una letra que les hablaba de soltarse y relajarse para sentir. Justo lo que a ella le faltaba. 
Una cena frente a la costanera de ese lago terrenal pero que al iluminarlo la luna parecía juntarse con el universo. 
Un vino acompañaba esa conversación donde al fin se dejaron llevar por los sentidos, allí presentes, más que nunca. 
Y los cuerpos, al fin, se encontraron aquella noche en vaivén de placer...Parecían estallar en cada gemido, en cada beso las bocas se unían y parecía nunca se separarían...Los pechos de ellas lo rozaban con pezones endurecidos. Las lenguas tenían vida propia...y los orgasmos explotaban.
Esta era la mejor canción que compusieron. La tenían bajo la piel. 
Ella relajada, tuvo con quien compartir sus preocupaciones...Su vida agitada no le hizo ver antes, que él siempre estuvo. 

ENRIQUE DI BAGGIO

SIN AUTOR NO HAY OBRA.