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viernes, 19 de septiembre de 2014

SUS OJOS VERDES PINTARON SORRENTO.

Mientras  se sentaba al piano ella lo miraba parada del otro lado justo frente a él.  Cuando empezaron a sonar notas de pianista genial acostumbrado a tocar ante miles de personas...Los ojos verdes de esa mujer 25 años menor lo conmovieron...Detrás la ventana abierta mostraba la costa de Sorrento que según cuenta la leyenda  era lugar de hermosas sirenas mitad peces y mitad mujeres 
Pero allí justo frente a él estaba una mujer completa...Que hasta hace un momento había rezado pidiendo por sus penas en la iglesia San Francisco de Asís. ícono de ese lugar de ensueño.
 Los acordes la envolvían y unas lágrimas brotaron y caían pidiendo permiso para recorrerlo a ese rostro sin igual. 
Él se emocionaba mientras sus manos acariciaban el teclado más que ante cualquier multitud que lo aplaudiera...La luna aparecía detrás de la figura de ella y daba luces y sombras a ese cuerpo perfecto con un  corazón lleno de penas. 
Sin haber terminado la canción fue hacia ella y la abrazó...Con un suave beso en cada párpado trato de detener las lágrimas. 
Mucho tiempo contuvieron lo que allí soltaron...No había diferencias de edades ni nada los iba a detener en ese momento único con la costa sorrentina de testigo. 
Ella encontró en ese hombre contención para ahogar sus penas...Y soltaron su sexo en forma natural...Apoyados en aquella ventana se besaron como prólogo de una noche de cuerpos entregados lenguas que navegaban rincones y bocas que no paraban de besarse. 
Ante cada orgasmo el universo mismo se conmovía y le costaba volver a su estado natural. 
Cuando amanecía y el sol Napolitano iluminaba la bohardilla de ese artista genial...Ella abrió sus ojos verdes ante el café que él le había preparado...Ver esos ojos que acompañaban una sonrisa descansando en su cama le hicieron sentir a ese hombre algunos años mayor que valió la pena la vida para llegar hasta aquí. Era una postal con ese rostro que algún pintor tendría que inmortalizar. 
Ella le pidió que se acerque y se siente a su lado...Solamente lo abrazó...Y esa niña mujer lo hizo elevar hasta alturas que pasaban las estrellas... ¡Sí, pasaban las estrellas!  Imaginó mil  acordes de su música que  lo acompañaban en el viaje. Desde las alturas miraba el Mar Sorrentino pintado con los ojos verdes de ella. 

ENRIQUE DI BAGGIO


SIN AUTOR NO HAY OBRA.



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