Cuando uno deja de temer a las emociones puede ver el
verdadero daño.
ENRIQUE DI BAGGIO
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Y no me arrepiento porque, lo admito, fuiste importante. En
contra de las expectativas, de lo que estaba correcto,
incluso en contra de mí misma, te quise. Y puede que haya
sido incluso más, puede que querer no sea la palabra
adecuada, pero temo emplear cualquier otro adjetivo, temo
admitirme que contigo se marcha una importante parte de
mí.
Pero he dejado de temerle a mis emociones y a ti. Ya no
temo recordarte ni quererte aún después de todo el daño.
Sólo dejo fluir las emociones, con la esperanza de que
tarde
o temprano se extingan al descubrir en tus ojos que no
debiste existir ni de esta ni de ninguna otra forma. ©
—Paola E. Haiat
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