Translate

Vistas de página en total

martes, 24 de enero de 2012

¿DÓNDE ESTÁ QUIROGA?

CAPÍTULO 7
BLOQUE 1
Ramírez es quien le avisa la mala nueva. Le cuenta, en forma resumida, que en su traslado a Tribunales para declarar, el Negro se escapó cuando en un baño redujo, ayudado no se sabe por quién, al guardia que lo acompañaba. “¡En pleno tribunales!” exclama Quiroga. Los años de oficio le hicieron “oler” que detrás de esto había algún corrupto traidor vestido de policía. No solo el Negro tenía traidores como Metralla, que lo hizo para salvar su pellejo. Dentro de la fuerza los traidores tenían menos convicciones y causas que Gomez para convertirse en traidores: Lo hacían por un puñado de billetes. Triste. Muy triste. Eso lo afectaba más que la huída del Negro. Toda su vida trabajó para dignificar la Federal y cuando aparecía algún corrupto su corazón quedaba herido…muy herido. El tono de voz cambiado…invadido por la tristeza, hizo que Bárbara se diera cuenta que algo grave había pasado. Abrazados en el sillón de dos cuerpos Bárbara respeta el silencio que habla por sí mismo. El concierto de Aranjuez se escucha suavemente como fondo…el dolor y la preocupación estaban siendo aplacados con el amor de su mujer y la música que llega al corazón.
BLOQUE 2
Yolanda. Yolanda Isabel Restelli. “La Yoli”. Amante primero y pareja después, del Negro. Poco conocida en la historia de él, ya que hacía años que se habían separado. Bastante antes que se hiciera “famoso”. Pero el Negro, precisamente amparado en esa parte de su vida poco conocida, recurría a ella en los momentos cruciales. Olvidaba que se habían separado porque ella tenía adicciones severas: Cuando se drogaba inyectándose lo que venga, llevaba la lujuria a lugares impensados acostándose con camioneros, o en bares de mala muerte con el que se le presentara…su adicción y enfermedad psicótica hacían que necesitara llegar a extremos para escapar de una infancia privada de afectos y con reglamentos estrictos para cumplir. Por eso, quien sabe, se enganchó en su juventud con el Negro, un delincuente que daba sus primeros pasos. Todo lo contrario a lo que hubiese querido su padre, que fue quien la crió con mano dura ante la muerte prematura de su madre. Pero el Negro también era lo que se llama un castigador. Aunque lo amaba y siempre lo amará. Por eso lo recibe aunque desaparezca por años. Ante su decadencia total, las apariciones de Díaz la remontan a otros tiempos, de enfermedad pero con juventud. Para él, ella seguía siendo lo más confiable. Cree que alguna vez la amó. Cree, ya que en tanto tiempo, su corazón endurecido no le hace reconocer los sentimientos. La puerta de madera de la humilde casa de aquél pequeño pueblo de la campiña entrerriana se abre ante su presencia. El ruido que produce cuando roza el desnivelado piso de cemento alisado, no impide que se abra de par en par para recibirlo: “Hola…pasó” dice ella, como si lo esperara…”Yoly” solo dice él.
BLOQUE 3
Tres cosas primordiales ocupaban a Quiroga: 1) Saber exactamente quien hizo escapar a Díaz 2) Recapturarlo 3) Cuidarse las espaldas ya que el león estaba herido y con sed de venganza. Esa mañana Bárbara lo despide con todo su amor respetando los silencios de él. En vano era decirle que se cuide. Su profesionalidad estaba por sobre todas las cosas. Ese hombre atento, cariñoso, afable, contador de cuentos, amigos de las grandes charlas de sobremesa…se transformaba en un profesional silencioso y ensimismado en lo suyo. Era el momento que Bárbara sabía respetar. Las reuniones en su oficina de retirado se sucedían unas tras otras. Pezoa tranquiliza a Metralla dándole protección. El Negro ya no tenía lo poco que le quedaba de la banda desbaratada, estaba acusado de secuestrar y torturar, pero sin duda, tenía contactos que le permitieron escapar. Estaba en retirada por su poder recortado, pero con ayuda podía intentar cumplir con su premisa: Venganza. Incluyendo a Metralla, por supuesto. Aunque el premio mayor era Quiroga, artífice de su caída. El comisario llama a Pezoa y con ese tono de voz seguro y que tanto conoce su ayudante le dice: “Tengo un idea”. Se escucha por el celular, el ruido del auto al arrancar. “Voy a verte, en 15 minutos te lo cuento personalmente…es mejor así”.
FIN DEL CAPÍTULO.

No hay comentarios: