Esa mañana gris y taciturna, más allá del sol tibio de abril, me senté a esperar. El alma se estrujaba y mi pensamiento, carcomido por descubrir, se enfrentaba a un carrusel sin fin de imágenes tormentosas y jamás deseadas por mortal alguno. Pasaron varias horas, interminables por cierto, hasta que, mientras mil preguntas escudriñaban mi sentir, la puerta se abrió dándole paso a mi amor.
Tenía tanto por decirle, sin embargo las lágrimas encerraron cada una de las palabras por salir, apenas atiné a levantarme cuando ella dijo _otra vez con esa cara de amargado, ¿qué te pasa?
Fue un movimiento rápido, la Smith & Wesson ocupó el espacio entre mi mano y su pecho, su rostro se tornó lívido en segundos, no gritó, solo temblaba y lloraba. Entonces alcé mi mano y sin más disparé dos veces. Ya no hubo dolor, las imágenes se suavizaron y se convirtieron en slides de buenos momentos, luego ella me abrazó y besó mi rostro ensangrentado, entonces mi alma, escapándose entre luces y tinieblas, pareció sonreír.
Tenía tanto por decirle, sin embargo las lágrimas encerraron cada una de las palabras por salir, apenas atiné a levantarme cuando ella dijo _otra vez con esa cara de amargado, ¿qué te pasa?
Fue un movimiento rápido, la Smith & Wesson ocupó el espacio entre mi mano y su pecho, su rostro se tornó lívido en segundos, no gritó, solo temblaba y lloraba. Entonces alcé mi mano y sin más disparé dos veces. Ya no hubo dolor, las imágenes se suavizaron y se convirtieron en slides de buenos momentos, luego ella me abrazó y besó mi rostro ensangrentado, entonces mi alma, escapándose entre luces y tinieblas, pareció sonreír.
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NÉSTOR PANSERI CABELLO.
SIN AUTOR NO HAY OBRA.
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